viernes, 10 de junio de 2011

2º TRABAJO

ES SOLO UN GATO
Cierto día, una joven llamada kotomi con alrrededor de 13 años de ojos negros y cabello castaño cuyo largor alcanzaba su media espalda, se vio distraída por un leve sonido que salía de entre un rincón de un matorral, trato de seguir adelante pero el sonido se convirtió en maullido, ella se devolvió guiada por el ruido y, de repente, sonó un gran estruendo por el paso de un auto y el sonido se detuvo. Frunció el seño y tomo camino hacia su casa pero no dejaba de pensar en el maullido, pareciera que el tenue sonido de ese gatito la hubiera cautivado, miro su reloj y eran las dos treinta P.M. (2:30P.M.).
Kotomi llego a su casa, la cual era un conjunto de apartamentos destinados al hospedaje. El de ella era el último del pasillo pero, al empezar a caminar sintió un frio en su interior que le dio un mal presentimiento, empezó a sentir miedo sin razón aparente y cuando estaba al borde del colapso, -clock- sonó una puerta abriéndose ella miro hacia atrás y todas las luces estaban apagadas, los nervios querían matarla.
Ella caminaba con cautela como si estuviera pisando flores y de nuevo –“clock”-  pero esta vez acompañada del ruido que hacen las puertas al asegurarse. No se atrevía a mirar hacia atrás pero la curiosidad la tentaba y, acompañada con el miedo la impulsaron a hacerlo. Ella serró los ojos mientras se volteaba y al abrir los ojos se sorprendió con lo que vio: “nada”. La oscuridad la había envuelto por completo, a donde mirara se había perdido el mas mínimo rayo de luz. En este momento recordó su teléfono celular, lo tomo, encendió la pantalla y al mirarla había un ms por leer, al abrirlo vio: “por qué me dejaste encerrado”. Escucho de nuevo un ruido alumbro con la pantalla del celular y lo que la luz le mostro la dejo sin habla. La parte trasera de la puerta de su habitación, “¿pero cómo?” –Se preguntaba- “¡si yo estaba en el pasillo!”. Se empezaron a escuchar murmullos y la piel se le erizaba a Kotomi mientras caminaba por la habitación haciendo que el suelo crujiera con cada paso que temerosa daba pensando en lo que pudo, podría y seria lo que pasaba en su hogar.
Kotomi, ayudada por su celular dio con la cama la cual se encontraba en una esquina de la habitación, se sentó en ella y pensó: “¿Por qué se puso oscuro de repente? si mi reloj me dice que son las 3:00 P.M., ¡AUN ES DE DIA!”. “Y no solo eso, tampoco hay energía y mirar por la ventana junto a mi cama solo me muestra un abismo.”“¡¿Qué pasa?!”. -clock- la puerta vuelve a sonar. El corazón de Kotomi se pone a mil por hora mientras saca fuerzas para tratar de ver qué pasa. Camina, y entre el silencio: -“Miau”-  “el gato” -dijo ella-. De repente una aurora negra la envolvió y la tragaba comenzando por sus pies hacia su cabeza, ella luchaba pero era inútil, gritaba y forcejeaba pero la aurora negra se la hasta que cubrió sus ojos y ella…
Al despertar estaba de nuevo en la calle sentada en la esquina, miro el reloj y eran las 2:25 P.M Suspiro y dijo: “¿sería solo un sueño?”. “pero se sintió tan real”. Se paro lentamente, sus rodillas aun temblaban y sus ojos aguados por las lágrimas que el miedo le hizo surgir veían borroso, pero en lo poco que veía distinguía que no era cualquier calle, era la calle donde había escuchado por primera vez el gato. “será posible” -dijo- “según mi reloj yo no he pasado por aquí”. Empezó a caminar temblorosa y recordando lo que parecía haber sido real, pero la razón decía que era un sueño y distraída por ese conflicto en su mente no se dio cuenta que había llegado a la zona. Hasta que: “miau”. Se le erizo toda la piel y ese sonido la despertó del letardo en el que estaba. Miro y claro el mismo matorral y el sonido continúo y ella vio el auto que se acercaba. “apúrate” -se decía a sí misma-. Cuando pase el auto no podre encontrarte y en medio del toque desesperado entre los arbustos y matorrales sintió una caja, se encontraba muy vieja com0o si tuviera meses de estar allí. Al tocarla con ambas manos la envolvió un silencio profundo y a su mente vino una visión.
-Una pequeña niña de unos 9 años por esa misma calle montando una bicicleta rosa con canastilla, y en ella una caja, era un regalo, muy decorado y con un lindo moño de adorno. La niña se distrajo mirando un carrito de helados, y en ese momento choco con una piedra que la hizo volar y estrellarse contra los arbustos y matorrales. La niña quedo inconsciente y mal herida. Un conductor que pasaba por allí vio el accidente y se acerco a ayudar. Llevo la niña de inmediato al hospital y no pensó en nada de lo que la niña llevaba, la caja y la bicicleta quedaron allí tirados, con el tiempo la bicicleta fue tomada pero la caja de regalo no. –
Kotomi despertó soltó la caja y recordó aquella niña, esa bicicleta, el regalo, todo. Ella era la niña, recordó que ese día iba al cumpleaños de su madre y que en un punto no recuerda nada hasta que despertar en el hospital. Y pensó: “el regalo”. Toma de nuevo la caja y con suavidad y con sigilo la abre. –Qué horror-. Un montón de huesitos que hacían la forma acurrujada de un pequeño gatito que al no poder salir murió lenta y desgraciadamente atrapado en la caja. Kotomi con una lagrima en sus ojos detalla el pequeño esqueleto y ve que esta posado sobre una bolsa, suavemente saca la bolsa y dentro ve una carta desgastada por los años: “hola mama feliz cumpleaños este gatito es todo lo que pude conseguir, lo criaremos juntas y lo veremos crecer como nuestro amor TQM. ATT: Kotomi”.
Kotomi lloro y la culpa la hacía llorar aun más, solo el hecho de pensar lo que le paso al pobre gatito y no solo eso, su alma quedo esperando que aquella niña volviera por él con tanto desespero que recurrió a contactarla con su espíritu. Llevo los restos a su casa y los introdujo en un pequeño cofre y dijo: “cuidare de ti aunque sea después de la muerte”. “Dios, tantos problemas viendo que fue solo un gato, no perdón, es solo un gato”

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